19
MAY
2017

THE CRANBERRIES EN BELFAST: ROTURA EN EL CORAZÓN

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Siempre he dicho que los conciertos de The Cranberries son una experiencia todo el mundo debería vivir menos una vez. Pero la gira Something Else reúne todos los ingredientes para repetirlos todas las veces que sea posible. El miércoles volvieron a brillar en Belfast ante las más de 2.000 personas del Waterfront Hall Centre.

El show de D.A.R.K. Live PA abrió la noche como es habitual. Olé Koretsky y DJ Wool lo mismo se atreven con una increíble y muy personal versión de “China Girl” de Iggy Pop y David Bowie, como introduciendo algunos temas inéditos de su repertorio, o rescatando “Miles Away” y “Watch Out”, de Science Agrees, las grandes aclamadas. Su extravagante show nos transportó durante casi una hora a los 80; siempre se hace corto, es demasiado bueno; son demasiado buenos.

Después de un breve parón entre actuación y actuación, se apagan las luces y comienza la intro. Se oyen los gritos impacientes de la gente, y la banda al completo de The Cranberries junto al cuarteto de cuerda van saliendo uno a uno aclamados por su público, que enloquece in crescendo a cada segundo. Dolores pisa el escenario en último lugar y hace desatar la locura. Expresa su felicidad por tocar en Belfast esta noche y el público se derrite en aplausos y ovaciones.

Uno de los problemas de los recintos con butacas es cómo permanecer sentados. Los guardas esperan que lo hagas; la mayoría de los asistentes esperan que lo hagas; pero para los que fuimos niños en los 90, que hemos crecido con The Cranberries y llevamos 10 años girando con ellos: cómo permanecer sentados al estallar esa intro desenfrenada de “Salvation”, o cuando suena “Desperate Andy” y los pies se te mueven solos; o mientras justo en frente Noel Hogan pone toda la carne en el asador en “Ridiculous Thoughts”. No se pueden contener los brincos, el headbanging, el pataleo y el taconeo; no somos nosotros, es la música lo que nos mueve. Acabamos por los suelos, bailando de rodillas para no molestar.

La sorpresa vino de la mano de “Zombie”, el himno de toda una generación, la canción que consigue que el público abandone sus asientos y algunos incluso se lancen a bailar. Movida por el desenfreno de las guitarras eléctricas, una música tan familiar, una letra tan significativa especialmente aquella noche que nos encontramos en Irlanda del Norte, o quizá movida incluso por los recuerdos de los 90 que “Zombie” siempre consigue traer de vuelta, una mujer traspasa la valla de seguridad para dar la mano a Dolores. Los guardas no tardan en correr hacia el lugar, pero nuestra Dolores no duda en subirla al escenario e invitarla a cantar con ella. Por eso te amamos, Dolores. Por eso te mereces un poco de tanta felicidad y amor que siempre intentas dar a los demás. Por eso eres la mejor y no porque lo diga yo.

Grandes aciertos han sido la inclusión de la ya clásica “Loud and Clear” y por supuesto, la escalofriante “Rupture” en el encore: Johanna abre la canción con su inquietante intro de piano ante el solemne silencio de la sala, que minutos antes se han dejado la garganta coreando los clásicos del grupo. Impresiona la quietud con la que Dolores interpreta esta canción, impresiona su voz desgarrada al sentenciar “Ruptured a hole in my heart”, impresiona el silencio, todo impresiona. Ese pequeño set acústico formado por “Rupture”, “Why” y “The Glory” es sin duda el momento más emotivo y sentimental de la noche. Es cuando de verdad dejamos un poco de lado la locura desatada por las canciones de nuestra vida para sumergirnos en el mundo interior de The Cranberries. Toca contener las lágrimas, hemos dejado de escuchar con los oídos para hacerlo con el corazón. Las suaves cadencias de violines, viola y chelo del cuarteto de cuerda añade una magia especial a ese universo tan bello al que The Cranberries nos invitan en estas tres canciones. Es una experiencia demasiado hermosa para intentar expresarlo con palabras.

Como en cada concierto, la noche se cierra de la mano de “Dreams”; es un clásico, la canción más acertada y perfecta para clausurar la noche, y el público vuelve a entrar en éxtasis. Es la primera canción que consigue hacer que toda la sala se levante y cante al unísono, y mucha gente se nos une en la primera fila. Dolores no tarda en pasear por el borde del escenario para darnos la mano a todos: a veces tiene que estirarse mucho pero no se rinde, me guiña el ojo y es cuando conseguimos cogernos de la mano; me la sostiene por un rato, me sonríe mientras canta. Pongo las manos en forma de corazón para decirle “I love you” y me dedica su más simpática reacción.

Aquí podéis ver nuestros vídeos del show de D.A.R.K. y del de The Cranberries:

https://www.youtube.com/watch?v=49XxYdWFThc&index=1&list=PLroSxU_tuyL4G3eioMOcfX3g8fx1lccX7

Finaliza la noche; el escenario está vacío, se encienden las luces del Waterfront Centre y la abarrotadísima sala ahora es solo el conjunto de asientos vacíos y guardas limpiando los restos de lo que ha sido una noche que nos deja una rotura en el corazón que, en vez de hacer daño, hace soñar.

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